Una de las noticias bomba de la semana en el vecindario de la edición es la decisión de Amazon de empezar a pagar a los autores por páginas leídas en lugar de por descarga. El titular es ciertamente impactante, y he podido leer artículos y comentarios que directamente ponen el grito en el cielo en nombre de los autores y del efecto que tamaña decisión tendrá en la Literatura, así con mayúsculas. Que si los pobres no van a ver ni un duro por lo que escriben, que si a partir de ahora solo vamos a poder leer obras larguísimas plagadas cliffhangers, para que nos hagan seguir leyendo sí o sí. Reconozco que mi mente de editora ingenua se lleva las (imaginarias) manos a la cabeza cuando piensa en autores o editores escribiendo o publicando con la vista puesta en cómo van a ser remunerados, pero esa es otra discusión para otro momento.
Es importante puntualizar que esta nueva forma de remuneración afecta a los libros que se lean en el sistema de suscripción de Amazon, Kindle Unlimited, y esto, en mi opinión no es una distinción banal. Aunque obviamente a estas alturas aún no sabemos si Amazon querrá extender este nuevo tipo de pago a todos los libros vendidos/prestados/leídos a través de su plataforma (lo que, en principio, dudo), en mi opinión tiene sentido que no se pague igual por un libro que simplemente se ha ojeado (u hojeado) que por el que se ha leído de cabo a rabo, dentro de un modelo de negocio de suscripción. Entiendo que alguien que paga una cuota fija mensual por leer tanto como quiera, y con un tiempo limitado para dedicarle a la lectura, es probable que no persevere si empieza un libro y en seguida se da cuenta de que no le gusta (aunque, por supuesto, esto es una generalización, hábitos lectores hay tantos como los mismos lectores). De hecho, Amazon ni siquiera es el primero en aplicar un sistema de retribución semejante, 24symbols empezó su andadura pagando a los editores así y pasando luego a un modelo club, es decir, como una descarga completa cada vez que un lector (suscriptor) pasa del 10% del libro, como bien explica Bernat Ruiz en su serie sobre la empresa española de lectura por suscripción.
No quiero entrar en el debate de cuál de los dos modelos favorece más al autor o a las editoriales, creo que es demasiado complejo y con un buen número de factores a tener en cuenta que pueden desviar la balanza hacia uno u otro lado en cada caso particular, y me niego a valorarlo en función del número de páginas o el género de los libros. En cualquier caso, tengo claro que la introducción de nuevas formas de lectura conlleva una revisión de las formas de pago, de los lectores a las librerías o plataformas, y de estas a las editoriales y autores, y este de Amazon no es más, en mi opinión, que un paso más para ir ajustándose a los nuevos modelos.
Al igual que la edición digital significó un aumento en el porcentaje de las regalías de los autores, los modelos de suscripción requieren de su particular sistema de pagos, que aún tendrá que ajustarse y evolucionar.